Mi hijo el Doctor

El orgullo de la erudición, hace que la realidad se escriba desde los papeles, y no al revés. Por lo tanto, un aprendiz desorientado pero astuto, puede atosigar a un sabio, bajo la frase: “si no sabe, no opine…”

Porque los “expertos”, repletos de cuadros sinópticos en la memoria, deciden como descomponer o citar al conocimiento, para justificar el resentimiento de haber tenido que soportar los años de “ascenso”, en la institución que los certificó. Luego, ellos acreditan desde la misma voz sistemática que los aprobó. Y la vida, que les pasa, les duele, porque sus explicaciones, no están a la altura de las circunstancias… tienen mucha ilustración inconsistente, no han saboreado nada, por lo tanto, no hablan… eructan, repiten, corean. No creen, no dudan, no estimulan. Apagan, duermen y sentencian.

Ej: Dijo un Máster en economía, “el PBI, en relación a… bla bla bla y el Indice…. y la inflación… y la taza de… nos ubican en una posición de riesgo país, ideal para la inversión… bla bla bla, por lo que la Argentina, nunca estuvo en una situación más alentadora que la actual.”

Dijo un jubilado, “tengo miedo de salir a la calle, el sueldo no me alcanza para vivir, y mis hijos y mis nietos, están tan ocupados con sus propios problemas, que no me visitan nunca. Este país, cuando yo era pibe, no era así.”

Este evidente ejemplo, traspolenlo al resto de las disciplinas o áreas, en las que haya “profesionales” soberbios y tendenciosos. (Obviamente, no todos lo son).

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Canto, desesperadamente canto/ con voz de tinta y letra de agonía/ rota por dentro, loca por fuera." Maria Elena Walsh

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