“Una sola palabra tuya bastara para sanarme” ¿? ¿Amor?
No se puede separar lo que es uno. Pero lo hacemos constantemente. Todo lo dividimos, lo clasificamos, lo individualizamos y lo comprendemos según el criterio de cada posición. Así las ciencias se separan de la religión, y de estos también lo hace el arte. Todo divorciado. Abordado y secularizado, desde distintos ángulos, que si bien cada vez pretenden complementarse más, pareciera nunca llegar a la práctica dicha teoría. Quien se crea muy espiritual, materialista o creativo y artista, por la ropa que usa, los rituales que realice, el rol que ocupa en su organización, o los actos que ejecute, jamás llegará a ser el Ideal que busca y predica, simplemente, por separar lo que es uno. Podrá con mucho esfuerzo y sacrificio, asemejarse, pero somos más que una imagen o una creencia. Todo, nos conecta al todo. Todo es místico, profundo, superficial, vano, creativo, pagano, físico, material, mental, etéreo, etc, etc, etc… porque todo, es todo.
Cualquier simple y contradictoria persona puede gozarlo, experimentarlo, serlo, a cada rato, en cada instante, cuando menos se lo imagina, en sus dolores y aflicciones, así como en sus errores, aciertos, vicios o virtudes, siempre en nuestra pequeñez, somos parte divina de ese Todo. Sólo que la mayoría, estamos muy preocupados por parecer alguien importante, y así nos definimos, nos diferenciamos, y por sobre todas las cosas, nos creemos del vacio la soledad (el vertiginoso ritmo ayuda a taparlo ¿?), en lugar de su amplitud para proyectarnos.