Ansiedad Social

Creo que el 99% de las personas, en especial los más sociables, los que disfrutan “naturalmente” del compartir y del dar “por amor”, sufren muy dentro suyo una inquietante sensación al momento de reunirse con otras personas. Esa sensación, luego es llenada con algo o maquillada por fuera con otra cosa. (Negarlo seria afirmar que solos, en familia, en el trabajo, con unos u otros, siempre nos comportamos de igual manera al pensar, hablar, movernos, vestirnos, etc. Sencillamente imposible.)
Es probable que la mayoría no se vea aludido por esta acusación (yo sí). Pero si hurga, encontrará la razón, de porqué necesita hacer determinadas acciones, que luego, le pondrá el nombre de amor propio, gusto, placer, diversión, moda, depresión, salud, vicio, descontrol, locura, fin de semana, trabajo fino, chamuyo barato, estética, ya fue, espontaneidad, etc.
Todos queremos agradar. Todos buscamos amor. A todos nos duele el rechazo.
Por dónde, cómo, con quién y para qué, son preguntas cuyas inagotables respuestas, pocos están dispuestos a investigar, ya que traen más de una sorpresa a los involucrados, en particular, a quien considere que la felicidad proviene de las relaciones, el status, los logros o los roles.
La plenitud no necesita de algo o de alguien. Va con todos y con ninguno se detiene. Es doloroso y provoca inseguridad, sólo al principio, después es tan sencillo como aceptar crecer.


Las camas que nos duermen

Dar vuelta un colchón sirve para que no se marquen de manera irreversible las cavidades de una sola forma, de modo que podamos disfrutar durante más tiempo de una distribución pareja del material, logrando mantener el relieve de la superficie lo menos “jorobado” posible.

¿Cuál es el ser vivo que camina en cuatro patas al alba, en dos al mediodía y en tres al atardecer?

¿Cómo hacer para que algo no sea pesado, y a la vez, no pierda su peso?
He aquí, el arte de expresar, de ser, de compartir. Nadie dijo que sea fácil, mucho menos difícil. Tiene que ver con mantener la mirada sobre el camino y la trayectoria, no en base al caminante o a su sombra. El estado de ánimo, no puede convertirse en el factor determinante del día a día, que en suma, desenlaza fugazmente como resultado.
Así, habrá herramientas felices para valerse en este viaje, por ejemplo: el humor, cuyo movimiento sobre ruedas, nos custodia como rápido aliado cuando sus matices aportan sin degenerar. Cuando no se vuelve cliché, monótono, violento, evasor, compulsivo. Cuando no es la otra cara de la depresión, que se oculta en el exceso, sin alegría genuina.
El puente que teje nuestra versión, si transporta reduciendo, maldiciendo, enfatizando, más allá de los motivos por el cual los haga, es agotador, porque ya está agotado al hablar de la carencia, sin importar en quien la referencie. Eso, genera confrontación, odio, resentimiento. Luego, llegan las manipuladas explicaciones, que obstruyen falazmente la soga de la comunicación, urdida entre origen, voluntad y destino.

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Canto, desesperadamente canto/ con voz de tinta y letra de agonía/ rota por dentro, loca por fuera." Maria Elena Walsh

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