Rembrandt, Caravaggio, Velázquez…

Necesariamente, quien aclara, oscurece. Porque al darle luz a cualquier objeto o escena, inevitablemente, se acrecentará en el contraste, la tonalidad de la sombra. Por eso, para quienes consideramos las distintas gradaciones de los grises y, nos definimos difusamente sin saber qué es qué entre los matices de esa niebla, gustamos de aclarar y oscurecer, apropósito, rozando los límites del engaño, que sin duda son, el principio de los bosquejos expresivos y el final de nuestros ágiles parámetros. Algo así como extremar sensiblemente por oposición o ridiculizar arbitrariamente, a meros fines, de ubicar una forma, mas no por convencimiento, sólo por el vicio de dar nombre a lo innombrable, por la postiza seguridad de la identificación que nos seduce al separar lo que es Uno.

Patas para arriba

La verdad es que me sentía un poco mal. Sobre todo porque me dolía la cabeza. Me puse a indagar sobre las posibles causas. Encontré varias. Permanecí sentado, “curándome” en el living de mi casa.
Esa misma tarde, vino un amigo que es “profesional de la salud”. Nos quedamos charlando un buen rato, entre tanto, le comenté sobre mi molestia. Le tiré todo el rollo, sobre las razones que hipotéticamente podrían dar origen a dicha molestia. Me dijo, tomate un migral.
Yo me pregunté, ¿Este tipo no escuchó nada sobre toda la confabulación analítica social, cultural, política, personal y existencial que me aqueja?
Sí, claro que sí. Me respondió como si me hubiera auscultado. Lo que pasa es que vos sos más de las medicinas alternativas o complementarias… y yo, soy de la medicina clásica. Por eso te recomiendo un migral, para que te mejores rápido, y no sigas dándole vueltas al asunto.
Enseguida recordé la poca empatía que tengo, todo esto del consumo ha sido recontra estudiado. El marketing, se ha apoderado hasta de los nombres. Claro, medicina clásica, la que fabrican hace unas décadas los laboratorios. Claro, medicina alternativa, la que proviene de la naturaleza, hace miles de años. Claro, darle vueltas al asunto… reflexionar, detenerse, pensar, buscar en uno mismo…

¿Despreocupado? ¿Slogans del discurso o condición interior?

Muchos años de mi vida me pase diciendo, que tal o cual cosa no me importaba. En un momento de pseudo liberación, llegué a creer que nada me importaba demasiado. Mas, esa sensación, no coincidía con mi actitud, porque en realidad, las cosas, sí me importaban, y mucho. Pero, tenía todo un abanico de acciones para tapar o distraer o intoxicar esa sensibilidad a la cual, las cosas le afectan.
Así podía creerme y engañarme en esa frase, de que nada modificaba “mi estilo”, cuando lo único que estaba haciendo era cegarme y confundirme, ya que todo repercutía sobre mi modo de vivir.
Un día me dije: sí que me importan las cosas, no tiene sentido negarlo.

Materia de convivencia básika: “Perdón, por favor, Gracias”

El que no sabe estudia, y el que estudia aprende. El que aprende es sobre el error.
El dolor y la voluntad, son maestros certeros e inconfundibles.
El que estudia contempla y emula a quien en su curiosidad, haya alcanzado un mayor grado de conocimiento. El que quiere aprender, admira con fascinación y humildad, a los que considere referentes en lo que busca crecer, aún, cuando en otros aspectos de su vida, sea un inefable soberbio.
Seguramente cada uno se codeará con personas que se adaptan a esta definición, ya que todos estamos formándonos en dicha “Universidad”.
La experiencia, como conciencia pragmática, lleva a que una persona atenta, pueda capitalizar los costos que la instrucción se cobró por anticipado.
Pero como lo verdadero no se puede falsificar, existen paradojas significativas.

(Más allá de la evidente connotación política, que se indica a continuación, esto se aplica a cualquier tipo o lazo de relación humana.)

Por ejemplo, un Mandela, que luego de sufrir una condena extrema, se dedica a perdonar y a incluir a sus “enemigos”, es porque durante su “experiencia”, comprendió, superó y trascendió a la lección: sobre lo inútil de la diferencia, los rencores y los odios.

¿Será porque hacen gala de un titulo “trucho”, que en la actualidad, hay dirigentes y personas en general, que buscan confrontar, desde una “identidad que no aprendió” sencillamente porque nunca pagó los costos que la materia requería, e indudablemente, en los nefastos resultados, se manifiesta: excluyente, resentida y con sed de venganza?

Un completo aplazo se llevan los estafadores que tan burdamente, a través de generosos sobornos, manipulan banderas, personas e instituciones, generando “guerras”, causando victimas que luego utilizan para beneficios personales, como pretender que creamos en la autenticidad y el prestigio de las decisiones que en su inmerecido rol, autoproclaman.
Cada uno se “graduará” a su tiempo, lo sé, pero, ¿No les aburrirá hasta el anulamiento, causándoles múltiples desequilibrios, repetir hace tantas décadas, el mismo año?

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Canto, desesperadamente canto/ con voz de tinta y letra de agonía/ rota por dentro, loca por fuera." Maria Elena Walsh

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