Rembrandt, Caravaggio, Velázquez…

Necesariamente, quien aclara, oscurece. Porque al darle luz a cualquier objeto o escena, inevitablemente, se acrecentará en el contraste, la tonalidad de la sombra. Por eso, para quienes consideramos las distintas gradaciones de los grises y, nos definimos difusamente sin saber qué es qué entre los matices de esa niebla, gustamos de aclarar y oscurecer, apropósito, rozando los límites del engaño, que sin duda son, el principio de los bosquejos expresivos y el final de nuestros ágiles parámetros. Algo así como extremar sensiblemente por oposición o ridiculizar arbitrariamente, a meros fines, de ubicar una forma, mas no por convencimiento, sólo por el vicio de dar nombre a lo innombrable, por la postiza seguridad de la identificación que nos seduce al separar lo que es Uno.

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Canto, desesperadamente canto/ con voz de tinta y letra de agonía/ rota por dentro, loca por fuera." Maria Elena Walsh

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