Al costado del todo, todo.

Reconozco que siempre me gustó la idea de hacer trampa. No para ganar, sino para ir al límite entre lo posible y lo permitido. El que hace trampa, ante todo, se engaña a sí mismo, pero un artista siempre hace trampa. Esconde algo o mejor dicho, muestra algo. Dicen que el arte no está en el centro, sino en el borde, casi en el abismo.
Siempre me gustó hacer trampa, no para ganar, sino para equilibrar, ser justo y no aceptar tan mansamente “las reglas”, la trampa de lo establecido, la verdadera trampa en la que la mayoría de la gente cae, habita y coacciona sin “hacer trampa” o sintiendo demasiada culpa al hacerlo.

Entre ser y querer ser

Vivir para sí, y no en sí, es lo que hace que los inacabados seres humanos suframos de una condenada existencia en libertad. Culpar a otros es negar el protagonismo de nuestra consciencia. Hay un dialogo interno en donde no entra ni mamá, ni papá, ni la cultura, ni el otro, ni los hijos, ni la pareja, ni nada. No hay chivos expiatorios.

Hay un dialogo interno (con uno mismo) donde la elección es personal y somos responsables directos. Donde no podemos culpar a otro u otros, aunque nos deleite hacerlo y justificarlo.

No todo el mundo sabe expresarse. No todo el mundo puede comprenderse. No todo el mundo es sincero consigo mismo.

Pero todos podemos serlo.

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Canto, desesperadamente canto/ con voz de tinta y letra de agonía/ rota por dentro, loca por fuera." Maria Elena Walsh

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