Vivir para sí, y no en sí, es lo que hace que los inacabados seres humanos suframos de una condenada existencia en libertad. Culpar a otros es negar el protagonismo de nuestra consciencia. Hay un dialogo interno en donde no entra ni mamá, ni papá, ni la cultura, ni el otro, ni los hijos, ni la pareja, ni nada. No hay chivos expiatorios.
Hay un dialogo interno (con uno mismo) donde la elección es personal y somos responsables directos. Donde no podemos culpar a otro u otros, aunque nos deleite hacerlo y justificarlo.
No todo el mundo sabe expresarse. No todo el mundo puede comprenderse. No todo el mundo es sincero consigo mismo.
Pero todos podemos serlo.
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