Es necesario que la pasión por el ahora y la sibarita sensación del hedonismo, sean con responsabilidad, logrando la libertad del arte de las percepciones, en el placer de vivir, como una continuidad proyectiva de elecciones constantes, siempre en el instante, donde el exceso y el desequilibrio, no son fuentes de la diversión acéfala.
Así, el producto de la alegría mediada por la abundancia del ser cuando y donde está, se convierte en el humilde viaje del aprendizaje con pasión, templanza y paz.