Ayunar, esperar, pensar

“Es bueno probar personalmente todo lo que falta aprender” H. Hesse

Saber ayunar es un arte, que sólo se ha reservado para unos pocos privilegiados. El resto vivimos atados a las apetencias de un cuerpo insaciable, cuyos deseos y necesidades no podemos dominar ni satisfacer equilibradamente. Los múltiples beneficios de dicha disciplina, son un deleite inconmensurable en los rostros de los prudentes maestros que lo practican.
Entonces, esperar cumple el virtuoso rol de la paciencia. No se puede comprar, ni simular, por eso, no se lo vende en comerciales. Esperar con templanza y equidad, es lo que no sabemos realizar, aunque probablemente, en el fondo, es lo único que hacemos y que recibimos.
Conquistar el arte de la paciencia, es alcanzar el triunfo sobre la estimulada ansiedad, hija de angustias irresueltas, miedos e inseguridades.
Pensar, jamás será repetir. Menos cuando sucede, después del ayuno y de la espera. Pensar, no es adaptar las experiencias a nuestras ideas o viceversa. Mucho menos, convencerse intelectualmente o maquinarse especulativamente.

Una vez que juguemos alegremente con los dedos que sostienen los hilos de la marioneta que somos, podremos reinar sobre nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestra mente. Efectivamente, todo esto, es práctica, comunión, esencia.

“El río os enseñará que todo es parte de lo mismo, y que tan sólo sombras separan lo indiviso. Tuviste riquezas, sabiduría, renuncias, búsquedas y todo cuanto te has propuesto, y sin embargo, ahora estas aquí, como un humilde remero, cruzando gente.” H. Hesse

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Canto, desesperadamente canto/ con voz de tinta y letra de agonía/ rota por dentro, loca por fuera." Maria Elena Walsh

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