“En la tierra de Nunca Jamás, se está a salvo del tiempo, la edad y las responsabilidades, por eso se puede volar con el recuerdo feliz de algún sueño.”
La mirada de Medusa, seduce hasta convertir a sus encantados en estatuas.
Perseo escala el viento y las nubes, cubriéndose los ojos (¿cual Dios?), y desde allí, se vale de su escudo de bronce para ver el reflejo de Medusa, sin quedar petrificado.
Se eleva sobre lo más indefinido, y decapita al monstruo.
Luego, oculta celosamente aquella arma (la cabeza de medusa), para servirse de su poder, mostrándola sólo en casos extremos.
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