Hay un niño en la calle, “Jugado...”

“Debes tener fe en quien eres, controlar todos tus movimientos y ser uno con tu enemigo. Sólo así, tendrás acceso ilimitado a tus superpoderes.” (El abuelo de Goku)

El domingo a la siesta comí de un dulce de leche cuya fecha de vencimiento desconocía. No tenía ni la menor idea de hace cuantos días estaba en la heladera (hacía más de un mes que yo, no habitaba en la casa). Lo probé, me gustó, y fueron suficientes ensayos como para untarlo con seguridad a las tostadas y compartirlo con los invitados .
Pensar que el azúcar conserva los alimentos, tanto como la sal, es una interesante metáfora para trasladarla a conceptos sociales fuera de lo culinario.
Se hizo la tarde, y en lo agridulce pensaba, mientras jugaba a la loba con familiares y amigos.
Hay un momento del juego, en el que uno, si no le fue bien, queda… “jugado”. Es decir, debe arriesgarse a todo o nada. Las estrategias conservadoras ya no le sirven. Al estar muy cerca de perder, tiene que exponerse hasta el último segundo, para no sumar puntos y concluir la mano, yéndose sin cartas.
Lo extraño, es que en esa situación, uno se divierte más, porque no tiene demasiadas elecciones para hacer, más que la osadía de ir por todo o nada. Encima, muchas veces, termina ganando, ya que al jugar tan audazmente, si las cartas acompañan, los rivales se ven sorprendidos.

"Abrázame muy fuerte amor, que Dios perdona, pero el tiempo a ninguno." Juan Gabriel

(Goku se prepara para pelear contra el monstruo que la profecía había jurado. Entonces, comprendió las palabras del abuelo, cuando un rayo lo convirtió en su propio enemigo.)

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Canto, desesperadamente canto/ con voz de tinta y letra de agonía/ rota por dentro, loca por fuera." Maria Elena Walsh

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