De mis huesos la humanidad se puede salvar

El halcón, luego de una larga vida, debió retornar al ciclo. La divinidad le consultó:

- Oh mi amado halcón, has gozado tantos años de los cielos que espero que vuestra alma se haya extasiado en libertad.
- Así fue, he disfrutado plenamente de cada uno de mis vuelos.
- Cuánto me alegro, por favor dime, ¿Con que forma ansías regresar, si es que así lo deseas?
- En mis solitarios y elevados planeos, he aprendido mucho. Por el momento, desearía meditar unos mil años, y luego, estaré listo para contestar a tu pregunta.
- Que así sea.

Milenio mediante, se volvieron a encontrar.

- ¿Has decido si deseas regresar?
- Lo he pensado detenidamente, y por esa misma razón, me he dado cuenta de todo lo que me queda por aprender.
-Entonces, ¿Cómo deseas regresar?
- Como carbono.

Al instante, el amado halcón, se vio sepultado debajo de la superficie del planeta, en pleno manto terrestre, a ciento cincuenta kilómetros de profundidad.

Tres mil millones de años después, el hombre más influyente de toda la tierra, quedó absorto en la contemplación de un rayo de sol, que luego de atravesar el anillo con diamantes que le habían regalado, inundó la habitación en un mar de brillos, colores y contrastes, logrando que el poderoso señor, se sintiera humildemente bendecido por el Universo, y en su arrobamiento, tomara la decisión correcta.

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Canto, desesperadamente canto/ con voz de tinta y letra de agonía/ rota por dentro, loca por fuera." Maria Elena Walsh

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