Jaula, lucha y barrotes del signo dólar

Estamos en una época donde estas mismas palabras podrían ser cantadas en un rap, con la suficiente cantidad de sonidos indígenas digitalizados como para demostrar mi interculturalidad, mi universalidad y mi aspecto loop trans, digno de mi postmod, postvan, post… de cualquier página web.

Solo puedo hablar de mí y de mi nave, y brindarnos (a los que fui, al que soy y a los que seré) un futuro despojado de límites, pero los que fui no podrán comprender que la unificación quizá sea solo predeterminación y no igualdad, una serie de conflictos de paradigmas en épocas apocalípticas, donde los protagonistas de una instancia única y crucial siempre se excusan y se equivocan al alcanzar el poder, cuando con verosimilitud podría asegurar que, el... ¿a dónde vamos?, es propiedad de la fractalidad de mis propias limitaciones. 

Ahora voy a reflexionar sobre el nosotros en el tiempo, que es uno solo, y en donde las luchas ya fueron liberadas, y “oh casualidad”, siempre vencieron los que no lucharon, pero ¿Qué es la vida? ¿Qué es la sociedad? Y ¿Hasta dónde podremos llegar las distintas civilizaciones? Creo que la respuesta es una perspectiva, un movimiento, una mentira ansiosa, pero si el tiempo es siempre uno, hubo quienes han alcanzado verdades en todas las sociedades, en todos los momentos de todas las historias, y aun así ¿Los escuchamos? No, estamos más preocupados por juzgar, por debatir, por imponer…
¿Nos dieron respuestas? Sí, pero nos creemos superiores a ellas, las clasificamos, las denigramos, las desintegramos deconstruyéndolas y volviéndolas armar a nuestro antojo, para luego analizar los lenguajes.
¿Hay opresores y oprimidos? Sí, en nuestro corazón, en nuestro accionar, en nuestro pensamiento siempre hay víctimas y culpables, y esto lejos de relativizar responsabilidades  nos conduce a la causa y no a intentar justificar las consecuencias. ¿Cómo voy a sentenciar sobre otros, si ni siquiera puedo ser objetivo con mi propia historia personal? ¿Colonizamos?  Sí, todo el tiempo, casi todos nosotros, aun los que creemos en la “libertad”, los que estamos en contra del poder de unos sobre otros, aun los más anarquistas. ¿Soy Sartriano? ¿Estoy fastidiado o extasiado? ¿Traigo hastío u ocio? Siempre, ambas, intercaladamente.

Sé que el ser humano intentando escapar de su destino lo hallará, no soy egoísta, se cuánto sufren y me angustio por ello, pero solo puedo decir, que mi mayor trabajo es no corromperme, no lastimar, no sumirme a un proyecto fanático donde la propaganda cante al unísono y con vanidad bélica la lucha de los “buenos”, no perder de vista jamás mi propia responsabilidad sobre mí mismo, e intentar vivir como si todos supieran lo que hago, todos mis defectos, mis virtudes, mis decisiones, y en esa sobreexposición, no especular, mostrarme, aceptarme y aprender a agradecer y a pedir disculpas. Solo hay que exigir autocrítica y empatia, eso es luchar por el otro, eso es amar al otro, eso es amarse a uno mismo, esforzándose con humildad.

Mi paz es el mundo, mi mundo a cambiar, y esa es una solución de convivencia con todos los mundos, mas no todos seremos héroes y ese será un deber y una  salvación del tamaño de cada consciencia. No impongo a los más el derecho de los menos, voy torcido hacia la naturaleza, no soy “la gente”, ni me autoinvoco su nombre, no creo en revoluciones que no sean internas y bendigo cada día la fraternidad entre todos los seres. Trato de no juzgar y ni siquiera asesino o mastico animales, sé que seré juzgado y que ante los próximos habré sido un precario e insuficiente hombre, pero tengo intuiciones, trato de analizarlas y de darles riendas hacia el vacío.


La paz del hombre, es la paz del mundo.


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Canto, desesperadamente canto/ con voz de tinta y letra de agonía/ rota por dentro, loca por fuera." Maria Elena Walsh

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