Humildad y soberbia en la exposición

Hay gente que no puede cerrar la boca, habla y habla sin parar. ¿Es bueno eso?
Si bien todo tiene un límite y acá no estamos para frases hechas… lo cierto es que todo depende de qué se diga, cómo se lo diga y para qué se lo diga, sino, estaríamos al borde de inutilizar las pasiones que crean nuevos horizontes, llevándonos al extremo, que sin duda, generalmente son el reflejo de un prominente dialogo interno.
Oigo que se toma por soberbio a aquel que tiene algo para decir, sea del tema que fuere, y encima lo hace con justificaciones. Un pesado, digamos.
Oigo que el silencio es el punto culmine de la sabiduría, en tanto origen.
Pero no oigo a los soberbios que se creen humildes. Digo, a los apocados que nada tienen para decir, agregar o suponer, ya qué o bien nada los conmueve o bien no están dispuestos a manifestarse participe en general de nada, porque tienen miedo a que sus palabras sean condenadas, supongo que por distintas razones.
Cada uno con sus límites y a su tiempo, pero disimular lo mucho con poco y viceversa, es un engaño absurdo, que sólo puede enfermar al embustero.

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Canto, desesperadamente canto/ con voz de tinta y letra de agonía/ rota por dentro, loca por fuera." Maria Elena Walsh

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