Pensar es un acto recreativo de exploración.
No es pensar, el sólo hecho de partir de ideas preconcebidas, pretender imponerlas a otros, y volver a las mismas, satisfecho y convencido, tras su aprobación. Se trata de algo más trascendente que la mera instancia intelectual de recordar, o remitirse a una concepción establecida. Corresponde a la intención de querer conocer, de expandir los límites, de buscar ver, tras nuestras propias murallas. Está relacionado a lo desconocido, a lo que provoca inseguridad o temor.
Pensar, es descubrir… y no sólo repetir, acordar o definir.
Cuando queramos pensar, debemos atravesar el campo de lo que ya conocemos, por experiencia o abstracción, para salirnos de ello, y aceptar otras posibilidades, extendiendo los puntos de vistas, formando relaciones que generen mayor amplitud. Si no, no estamos pensando.
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