A veces los seres humanos hablamos con las mismas palabras, pero con significados tan opuestos, que sencillamente no nos comprendemos. A esto debemos sumarle la incapacidad de atención, y por sobre todas las cosas, el hecho de que no sabemos ESCUCHAR. No lo hacemos correctamente. No interpretamos con empatía, y en especial, nos encanta ponerle nuestro idioma a las frases de los otros, y al final, nos aislamos. No queremos escuchar, y nos aislamos convencidos de que somos islas, y usamos las expresiones más puras, contaminándolas para justificarnos.
Hablemos con hechos, entendámonos con el corazón, y las palabras serán meras concepciones de lo concreto, y no viceversa. La virtualidad, el vértigo y la fugacidad, están del lado de la mentira, no la alimentemos formando parte de los sordos que no oyen ni a sus propias acciones, pero que proyectan sus imágenes bien definidas, y encima se las creen. Se creen, se sienten, se autoproclaman, islas, solas e incomprendidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario